Y el sol me da de lleno en los ojos, te busco desde el bus, pero, lógicamente, no estás.
Bajo y les veo, me acerco, les saludo. No estás.
Abrazos, besos... No son tuyos.
Y comenzamos a caminar...
Y apareces... Y me da un vuelco el corazón.
¿Qué haces aquí?
Dios santo... cuánto te quiero...
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Aprieta el gatillo.