martes

Bajo la nieve

Dicen que cuando tocas durante mucho rato la nieve, de tan fría, quema.
Yo no lo sé, nunca la he tocado. Supongo que se asemeja a tocar la escarcha que se acumula en el fondo del congelador.
Puedo pararme e imaginar... Y está nevando.
Nieva, y los copos blancos se posan en mi cara, como si ellos hubieran tenido tantas ganas de verme como yo he tenido siempre. Me cuesta andar, y las botas de militar se ven más negras que nunca.
Los pies me queman, empiezo a no sentir los dedos... Pero no importa.
Nunca importa.
Alguien me dijo que la importancia de las cosas es muy relativa.
Todo es relativo.
Hasta yo. Yo, tan relativa.
Tan rara y con esta anárquica tendencia a cagarla.
Aquí estoy yo, tan relativa. Rojo sobre blanco. Un punto en un gran folio limpio.
Una mancha en el mantel de navidad.
Rojo entre la nieve. Esa soy yo, tan relativa como abrir los ojos y observar.
Observar que hace sol... Y que aquí, hace años que no nieva.
Observar que estoy tan sola y perdida como me creía.
Con cada golpe de la vida, descubro lo dificil que resulta quitar una mancha de vino en esta tela grande y pulcra llamada vida.
Hoy es lunes. Siento como nieva dentro de mi pecho. Los copos se depositan encima de mi alma.
He podido comprobar lo que puede llegar a quemar.
A pesar de eso, sigue siempre tan bella...
Porque, al fin y al cabo, algo tan bello no puede ser malo... ¿No?

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