jueves

Angel's undercover

El tintineo del llavero despertó algo dentro de aquel cuarto oscuro. Unas alas, escondidas en algún rincón de la pequeña estancia, se agitaron inquietas. Había llegado la hora. Después de tantos años de espera, aquellas alas imploraban su libertad.

Él podía sentir el miedo de sus manos, que sujetaban el candado con torpeza mientras introducían con sumo cuidado una llave diminuta por el ojo de aquella enorme cerradura... Su silueta se recortaba entre los barrotes, mostrando con delicadeza cada uno de sus movimientos. Cualquiera en esa sala habría podido ver cómo ella levantó la cabeza y escrutó la oscuridad antes de hacerlo... Antes de girar la llave. Esas cuatro paredes nunca olvidarán aquel crujido. Fue seco y rápido, como un disparo que corta el aire y detiene el mundo por un instante. ¿Cuánto tiempo pasó hasta que el mundo volvió a girar? ¿Cuánto tardó el corazón de aquellas alas en darse cuenta de lo que aquello significaba?

Con un gemido, la puerta de hierro decidió abrirse. Las manos, temblorosas, recorrieron cada uno de los barrotes de la entrada... y entre dudas, la cruzaron.
Las alas se agitaron observándola desde una esquina... se hizo la calma.
"Te prometí que volvería."
Y las alas, pacientes y encantadas, la abrazaron.

La jaula no hizo ruido al desmoronarse, nadie oyó nada. Los latidos de aquel ángel enmascararon cualquier resquicio de la realidad. Ella se fundió en sus abrazos, y con un suspiro, contestó al silencio:

"Entre tus alas nada puede hacernos daño."

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