lunes

.

Y cuando me doy la vuelta hay varias armas apuntándome,
y las miro directamente intentando averiguar por qué lo hacen,
pero ninguna me hace caso. Son sordas. Sé que no lo hacen con mala intención,
pero me agobian...
Y entre lágrimas les ruego que me dejen... que me permitan escapar...
que no he cometido los crímenes de los que me culpan...
pero no me hacen caso.
Me tienen rodeada...
Hacía tiempo que no lloraba así.
Que no me notaba tan presionada y tan olvidada al mismo tiempo.
Que no me sentía tan sola.
Me atacan punzadas en el pecho.
Pero creedme, no es cosa de las armas.
Duele... al respirar...
Veo todo desvanecerse a mi alrededor...
Las armas se mueven, el suelo sube...
¿o soy yo la que cae?
Sí. Caigo. Nadie me ayuda... mejor.
Desde aquí abajo veo muchas cosas,
si cierro los ojos, veo a gente. Mucha gente conocida.
Me preguntan que qué me pasa.
¿Por qué hay tantas personas?
Si los abro, sólo quedan las armas,
en el suelo.
Y sus portadores, levantándome y llevándome a casa.
Al fin y al cabo
son lo único que tengo.

1 comentario:

  1. Amaya García.
    De Murcia, tierra del Sur.
    ¿Tú dónde estudias?
    Ya que hace poco me dijiste de ser amigos y quedamos en serlo se poco sobre ti. Se tus pensamientos, o puedo leerlos, pero ¿quién eres?
    Si no es indiscrección preguntarlo.... (:

    ResponderEliminar

Aprieta el gatillo.