Dile a tu espalda que mis manos la echan de menos. Que estoy deseando tenerte al lado y poder volver a acariciarte durante horas... No sé. Dile que echo de menos ver cómo se te contraen los músculos al abrazarme fuerte y poder mirar cómo aparecen todos tus huesos cuando te sientas en el borde de mi cama para ponerte los zapatos. Al final se resume en que te echo de menos. A ti. Entero. Tu sonrisa, tus ojos, que me susurran mil palabras dulces hasta cuando estamos en silencio... Y lo mejor es que ya casi te tengo. No queda nada para volver a tenerte delante... Y lo estoy deseando.
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